Cumana, Trinidad.- El primer cadáver apareció en la costa noreste de Trinidad poco después de que Estados Unidos llevó a cabo su primer ataque contra un barco en el Caribe en septiembre. Los habitantes dijeron que el cuerpo tenía quemaduras en la cara y le faltaban miembros, como si hubiera sido destrozado por una explosión.
Las mareas depositaron otro cadáver en una playa cercana días después, atrayendo una estela de buitres. Su rostro era igualmente irreconocible, y su pierna derecha parecía haber volado por los aires.
Los cadáveres han alimentado un misterio que se está apoderando de partes de Trinidad y Tobago, la nación caribeña que se avista desde la costa de Venezuela: ¿Quiénes eran? ¿Los mató un ataque estadounidense? ¿Aparecerán más cadáveres en las playas de Trinidad?
La intriga pone al descubierto las consecuencias de la campaña militar estadounidense contra Venezuela que han llegado a Trinidad. A diferencia de otros dirigentes caribeños, la primera ministra de Trinidad, Kamla Persad-Bissessar, apoya explícitamente los ataques contra barcos que, según las autoridades estadounidenses, transportan drogas.
Pero a medida que los ataques suscitan quejas en Latinoamérica de que Estados Unidos infringe el derecho internacional al matar a decenas de personas que no suponen una amenaza militar inmediata, algunos en Trinidad se preguntan si la vacilación de Persad-Bissessar a la hora de enfrentarse al gobierno de Trump les impide obtener respuestas sobre los cadáveres que almacena su gobierno.
“No tengo ninguna duda de que estos hombres son bajas de guerra”, dijo Lincoln Baker, de 63 años, empleado de la empresa de agua y alcantarillado de Trinidad en Cumana.
Como muchos otros habitantes de Cumana, una aletargada comunidad con una escuela anglicana, tiendas de alimentación y lugares de culto cristianos y musulmanes, Baker dijo estar convencido de que los dos cadáveres procedían del primer ataque, ocurrido el 2 de septiembre, que dejó 11 muertos.

Desde entonces, los misteriosos cadáveres han surgido como parte del rompecabezas que supone el despliegue militar estadounidense en la región. El gobierno de Trump afirma públicamente que la misión consiste en combatir el narcotráfico procedente de Venezuela, país que es un actor relativamente menor en el tráfico mundial de drogas en comparación con Colombia, México, Bolivia o Perú.
Pero funcionarios estadounidenses han dejado claro en privado que el objetivo es expulsar del poder al presidente de Venezuela, Nicolás Maduro. La campaña ha dado lugar al mayor despliegue estadounidense en Latinoamérica en décadas, y se ha extendido desde el Caribe hasta el océano Pacífico, con un balance oficial de 37 muertos por los ataques.
Trinidad y Tobago, con cerca de 1,5 millones de habitantes, se ha enfrentado a diversas ramificaciones de la campaña estadounidense, entre ellas ataques que podrían haber causado la muerte de sus propios ciudadanos y el aumento de las tensiones con Venezuela.
Aparte de los cuerpos no identificados, las autoridades están investigando informes según los cuales dos trinitenses se encontraban entre los muertos en un ataque estadounidense de este mes. Los familiares de los hombres, identificados como Chad Joseph y Rishi Samaroo, han rebatido las afirmaciones de que estaban implicados en el tráfico de drogas.
Se está extendiendo la condena a los ataques, postura basada en la valoración de juristas y expertos independientes de Naciones Unidas que consideran ilegal que los militares ataquen en aguas internacionales a civiles que no suponen una amenaza inminente.
El presidente de Colombia, Gustavo Petro, utilizó este argumento el fin de semana para acusar a Estados Unidos de asesinar a un pescador colombiano en un ataque contra una embarcación que, según las autoridades estadounidenses, transportaba drogas. El presidente Trump respondió con la interrupción de ayuda a Colombia y diciendo que Petro, un político de izquierda, tenía “una boca insolente hacia América”, refiriéndose a Estados Unidos.
Persad-Bissessar ha adoptado una estrategia totalmente distinta. Al alinearse con Trump, está presentando su postura como una forma de proteger a su país de la violencia de las drogas.
“Prefiero ver a los traficantes de drogas y de armas volando en pedazos que ver a cientos de nuestros ciudadanos asesinados cada año a causa de la violencia de las bandas alimentada por la droga”, dijo Persad-Bissessar a los periodistas cuando comenzó la campaña estadounidense.
Respecto al misterio de Cumana, dijo que Trinidad no iba a utilizar recursos estatales para buscar los cadáveres de las personas muertas a causa de la acción militar estadounidense y que el deber del país terminaba con la recuperación de cualquier cadáver que llegara a la costa.
La oficina de Persad-Bissessar no respondió a las solicitudes de comentarios.
Algunos analistas de Trinidad afirman que tiene razones legítimas para apoyar la campaña estadounidense. El país necesita el apoyo de Estados Unidos para reforzar su producción de gas natural, lo que fortalecería su economía.
Y aunque gran parte de la cocaína del mundo se produce en Colombia, a veces se introduce de contrabando a través de Venezuela en Trinidad, que sirve de centro donde se reciben, almacenan, empaquetan y preparan los envíos a granel para su traslado a Europa, África Occidental y Estados Unidos.
“Trinidad sirve de punto de escala dentro de una cadena de tráfico más amplia y bien estructurada”, dijo Garvin Heerah, experto en seguridad trinitense.
Aun así, al apoyar el despliegue estadounidense, Persad-Bissessar ha diferenciado a Trinidad de otros países de CARICOM, una organización de más de 20 países caribeños.
A mediados de octubre, todos los miembros del CARICOM, excepto Trinidad, reafirmaron la postura del grupo de que el Caribe debe seguir siendo una “zona de paz” donde las disputas se resuelvan sin intervención militar extranjera.

Como consecuencia, Venezuela se ha vuelto cada vez más antagónica con Trinidad. El ministro de de Defensa de Venezuela, Vladimir Padrino López, prometió responder con “legítima defensa” si se produce un ataque contra Venezuela desde el territorio de Trinidad. (Antes de los ataques estadounidenses a barcos en el Caribe, Persad-Bissessar dijo que daría acceso a las fuerzas estadounidenses a territorio trinitense para defender a la vecina Guyana, amenazada por Venezuela).
Después de los informes sobre dos posibles víctimas trinitenses en los ataques estadounidenses, la vicepresidenta de Venezuela, Delcy Rodríguez, dijo que los ataques apoyados por la dirigente trinitense “también asesinaron extrajudicialmente a humildes ciudadanos de su país”.
En medio de la disputa, los trinitenses buscan respuestas.
Tras la aparición de los cadáveres en Cumana, el comisario de policía trinitense, Allister Guevarro, señaló que habían “aparecido con lesiones aparentes”. Dijo que su institución intentaría investigar de dónde procedían los cadáveres, pero que podría resultar complicado por el estado de descomposición de los mismos.
Pero en el centro forense público de la capital, Puerto España, reinaba la confusión. Algunos empleados dijeron que no se había hecho ninguna autopsia a los dos cadáveres, ya que los cuerpos deben ser identificados antes de poder realizar autopsias. No se pudo localizar a ningún alto cargo para confirmar esta información.
Hasta ahora, nadie ha reclamado los cadáveres y ningún gobierno extranjero ha solicitado que sean repatriados. Los cuerpos estaban siendo velados en funerarias de la zona de Puerto España.
Bishnu Ragoonath, analista político en Trinidad, dijo que el gobierno parecía deseoso de dejar el asunto en un segundo plano debido a la postura que el gobierno de Persad-Bissessar ha adoptado respecto a los ataques estadounidenses.
“Decir que se preocuparían abiertamente por los muertos en el proceso sería contraintuitivo”, dijo Ragoonath.
Otros habitantes del país, y especialmente los de Cumana, están llegando a sus propias conclusiones. Varios residentes dijeron que se sabe que han aparecido cadáveres en las playas de la zona, pero normalmente como consecuencia de ahogamientos o accidentes de barco. Ocasionalmente, aparece un cuerpo con heridas de bala, dijeron.
Varios residentes dijeron que era la primera vez en memoria reciente que cuerpos destrozados habían llegado a la orilla. Además, los cadáveres parecían pertenecer a hombres de origen étnico distinto al de la mayoría de los trinitenses, descendientes en gran parte de africanos esclavizados y de trabajadores forzados traídos de India.
“Parecían latinos, creo que de Venezuela”, dijo Branil Lakhan, de 23 años, quien vive en una choza de madera cerca de la playa donde se encontró el primer cadáver. “Este es un lugar tranquilo donde no ocurren cosas así”.
Cerca de allí, en un local de copas llamado Big Yard, los altavoces hacían sonar Trinibad, la versión local de la música dance hall. Richard Lewis, de 31 años, empleado del bar, dijo que no tenía ninguna duda de que los cadáveres pertenecían a venezolanos atrapados en medio de “una guerra por el petróleo y el gas de Venezuela”.
“Kamla no nos dice nada”, dijo refiriéndose a la primera ministra. “Vivimos en un mundo en el que no puedes confiar en tu propia sombra”.

