Written by Espectaculos

Una mirada a la sexualidad de las abuelas en ‘Memorias de un cuerpo que arde’, la apuesta de Costa Rica para los Goya

Todo comenzó con una conversación con su abuela paterna de la realizadora costarricense Antonella Sudasassi, que luego habló con otras mujeres mayores para ver cómo había sido su sexualidad, tema tabú para la mayoría. El resultado es una ficción con base documental, Memorias de un cuerpo que arde, nominada al Goya mejor filme iberoamericano.

“Fue una conversación como para tratar de entender cómo pudo haber sido esa vida para mis abuelas, pero también cómo se vive la sexualidad en las diferentes etapas de la vida”, explicó la realizadora en una entrevista por vídeo con EFE desde Costa Rica sobre una película que comenzó su andadura en la Berlinale, donde se llevó el premio de la audiencia de la sección Panorama.

Sudasassi quería entender si en la vida más adulta existe todavía la libido, el deseo o el placer sexual. Si se mantienen relaciones sexuales o cómo se maneja este tema si están soteras.

“Y de repente, inmediatamente, hablando con estas mujeres, me di cuenta de que el cómo entienden su sexualidad ahora pasa mucho por repasar cómo la fueron entendiendo y aprendiendo a lo largo de su vida. Entonces la película se convirtió de alguna forma en eso, en las memorias de estas mujeres”.

Todos esos testimonios le sirvieron a la directora para construir el personaje protagonista, una mujer que cuenta su vida, desde su infancia, en la que sufrió abusos, a un matrimonio en el que su marido la violaba continuamente mientras su padre le decía que eras su cruz y era lo que tenía que aguantar.

Sol Carballo, una bailarina sin experiencia en la actuación, aceptó el reto de desnudarse ante la cámara poco después de haber sufrido una mastectomía, porque para la realizadora era esencial visibilizar el cuerpo que envejece, las canas y las arrugas, era lo que le pedían las historias que le contaban las mujeres.

Mujeres para quienes la sexualidad sigue siendo un tema tabú, que nunca antes habían hablado de este tema con nadie y que quisieron permanecer en el anonimato, lo que abocó a Sudasassi a convertir sus historias en una ficción que le ha costado cinco años poner en pie.

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