Ávido lector y gran contador de historias, Adolfo Aristarain lleva 20 años sin dirigir una película, pero no quiere ni oír hablar de retirada: aunque no “extraña” filmar, sigue esperando algo que le “entusiasme”, como lo hizo un proyecto sobre Ástor Piazzolla, que no cuajó por falta de financiación.
A sus casi 81 años, el cineasta ha sido galardonado con la Medalla de Oro de la Academia del Cine español, distinción que recibió en Buenos Aires.
Por ese motivo, y para hablar de su trayectoria, cita a la Agencia EFE en el Bar Macondo, donde es un parroquiano más, un vecino al que todos saludan y donde conocen a la perfección cómo toma el café.
“Del cine nunca te retiras”, afirmó rotundamente cuando se le pregunta por las dos décadas transcurridas desde el estreno de su último trabajo, Roma (2004), deliciosa película interpretada por José Sacristán, Susú Pecoraro y Juan Diego Botto, con toques autobiográficos, como una madre profesora de piano o sus recorridos de juventud por las tiendas ‘under’ de libros y vinilos en la noche porteña.
“A mí las ganas me vienen cuando veo una historia que me gusta. Nunca fui de decir ‘quiero hacer’, ‘quiero filmar’, ‘extraño’. Yo no extraño filmar para nada. Estoy muy tranquilo en casa, leyendo, escuchando música. No extraño filmar, pero tiene que haber algo que me mueva y me entusiasme. Y hasta ahora no ha aparecido”, señaló.