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«No va bien la estrategia de seguridad», recuerdan a sacerdotes asesinados con misa en Chihuahua

El padre Javier Ávila señaló que han sido seis meses de promesas, ofertas, reuniones, operativos y movimientos, sin ver aún la justicia

En misa celebrada en el Sagrado Corazón de Jesús, el sacerdote Javier Ávila expresó una exigencia de justicia por el asesinato de los sacerdotes Joaquín César Mora Salazar y Javier Campos Morales, y Pedro Palma, por la paz en Cerocahui y la Sierra Tarahumara, y señaló que han sido seis meses de promesas, ofertas, reuniones, operativos y movimientos, sin ver aún la justicia.

“Hoy nos ha convocado la vida, no la muerte; la lucha por la justicia, no la aprobación de la injusticia; la verdad no la mentira, el amor y el perdón, no el odio ni la venganza. Ya se suman seis meses de promesas, de ofertas, reuniones, operativos y movimientos de fuerzas armadas y la justicia ante los lamentables homicidios sigue sentada en el balcón sigue viendo pasar promesas”, expresó al inicio de su mensaje desde el Sagrado Corazón de Jesús, sede de la Compañía de Jesús en la ciudad de Chihuahua.

Previamente se celebraron misas al mediodía en memoria de los sacerdotes asesinados, la primera en la Iglesia de Cerocahui, y simultáneamente, en la Parroquia de la Sagrada Familia, en la colonia Roma, de la Ciudad de México.

Entre los asistentes, fieles, religiosas, estuvieron presentes la ex secretaria de Cultura del Gobierno del Estado de Chihuahua, Concepción Landa; además de Gabino Gómez, activista de Derechos Humanos
El padre Javier Ávila, enfatizó que el miedo e incertidumbre no se ausentan de Cerocahui, e hizo referencia a las lecturas del evangelio, a la Palabra del profeta Isaías, y aclaró que es la Sagrada Escritura, y no su decir, para no ser acusados de rebelión.

Al pie del altar, fueron colocadas las fotografías de los sacerdotes Joaquín y Javier, recordados en amorosa memoria de su ministerio sacerdotal y los dones que compartieron durante su vida.

“No va bien la estrategia de seguridad, los abrazos están en el imaginario de palacio, los balazos en la Sierra. El pueblo ralámuli nos ha enseñado a resistir. Queremos paz en el país, no queremos ni miedo ni incertidumbre. La memoria de nuestros hermanos asesinados, nos dice que sí es posible vivir a contrapelo de lo establecido, que no buscaba su propio interés, sino la felicidad de todos. Su grito era desconcertante y molesto para muchos: “Felices los pobres porque Dios será su felicidad”, manifestó el padre Javier Ávila.

Al recordar a los padres jesuitas abatidos a balazos, mencionó que los padres Javier y Joaquín supieron vivir con poco, confiando en Dios, construyendo una Iglesia pobre, supieron vivir con los sufridos, los que viven con corazón benévolo, como un regalo para este mundo de violencia.

“Supieron vivir con quienes tienen hambre y sed de justicia, los que no han perdido el deseo de ser más justos, ni la voluntad de hacer un mundo más justo; con los misericordiosos, los que saben perdonar en el fondo de su corazón; los que viven conmovidos en su corazón, de carne y no de piedra, para construir un mundo arropado por la paz, no la discordia. Por la reconciliación y no el enfrentamiento, hasta que sus vidas les fueron arrebatadas”, afirmó.

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