En los últimos dos años ha demostrado que no sólo brinda atención en desastres naturales o accidentes; la emergencia sanitaria dejó claro que también otorga a menor costo consultas cotidianas
CIUDAD DE MÉXICO. Detrás de la labor altruista que desde hace 112 años realiza la Cruz Roja Mexicana, existen mujeres y hombres, cuyo objetivo es servir al prójimo, lo cual, no solo ha quedado demostrado en la atención a víctimas de desastres naturales o accidentes, sino también en emergencias y atenciones hospitalarias cotidianas que se han reflejado en la pandemia de Covid-19, donde de marzo de 2020 a diciembre del 2021, la institución brindó diversos servicios beneficiando a 3 millones 856 mil 596 personas.
Además, para solventar la atención médica pospuesta por la emergencia sanitaria, la Institución informó que amplió de manera permanente sus consultas ordinarias – con un costo 30 % menor en comparación a otros hospitales o clínicas privadas- brindando durante 2021 servicios médicos cotidianos a 4 millones 57 mil 527 pacientes.
Y para conmemorar su fundación -el 21 de febrero de 1910- conozcamos dos rostros de la Cruz Roja Mexicana.
LA CRUZ ROJA ES SU VIDA
Hace más de 35 años, la paramédica Laura Isabel Dominguez Tierrablanca, se convirtió en la primera mujer en manejar una ambulancia para emergencias de la Cruz Roja Mexicana.
Empezó como socorrista y después de brindar auxilio en el sismo del 85, su amor al prójimo la llevó a estudiar la carrera de paramédico para llegar a ocupar un puesto como operadora de ambulancias de lunes a sábado, con un horario de 8 de la mañana a 8 de la noche.
Pero lejos de quejarse de un horario nocturno, Laura señaló a Excélsior que realmente lo disfruta, porque además de su familia, la Cruz Roja es su vida, por lo que invitó a la ciudadanía para que se acerquen a la institución y conozcan a las personas que hay detrás de cada atención.
Lo primero que me motivó a capacitarme, es poder ayudar a la gente. Y ponerme como reto que la persona que sufre un accidente o que tiene una enfermedad reciba una buena atención.
Para estar aquí se necesita tener vocación porque a veces atender a la gente no es fácil. Pero también tienes que estudiar y aprender permanentemente y eso lo podemos hacer aquí mismo dentro de la Cruz Roja”, explicó
Laura Isabel, es viuda y madre de tres hijos, quienes ya adultos, la han apoyado en su labor, pero sobre todo la han llenado de amor en los momentos más difíciles, porque como operadora de ambulancias, compartió que aunque ha vivido en carne propia verdaderas tragedias, lo que más la ha marcado en su vida, ha sido la pandemia de covid-19, que le arrebató a seres queridos y a compañeros de trabajo.
Pues pasé primeramente la explosión de San Juan Ixhuatepec en el 84. El sismo del 85, el sismo del 2017, pero lo que más me ha impactado es esta pandemia porque nos ha marcado, tanto por las personas que atendemos como personalmente.
He perdido personas allegadas. Amigos que estuvieron en la atención y que perdieron la vida porque se contagiaron, eso fue lo que más me ha impactado independiente de todos los desastres que anteriormente han pasado en México”, confió Laura Isabel Dominguez Tierrablanca, operadora de ambulancia de la Cruz Roja Mexicana.
LA CRUZ ROJA NECESITA APOYO DE LA POBLACIÓN
María del Rocío Madrigal Velasco es Jefa de la Sección de Búsqueda y Rescate de Alta Montaña de la Cruz Roja Mexicana.
Durante la semana, la también enfermera trabaja en el área intensiva neonatal de una unidad médica, brindando atención a recién nacidos, pero los fines de semana, se transforma en una rescatista voluntaria de la Cruz Roja que salvando vidas, desafía el peligro en las alturas.
Mi trabajo es coordinar la sección de búsqueda y rescate de alta montaña pues nosotros damos respuesta a las personas que se extraviaron o que en algún momento tuvieron un accidente en la montaña.
Amo la naturaleza y la combino con mis ganas de ayudar a las personas que lo necesitan. Porque todos tenemos oportunidad de ser altruistas.
Son muchos los momentos difíciles, pero son más los momentos bonitos que he vivido en la Cruz Roja, como el momento en que le entregas un ser amado a una familia. Me parece que el agradecimiento que tiene tanto el familiar como la persona a quien rescatamos no tiene precio y eso nos llena de vida”, explicó.
Al ser voluntaria, la rescatista de alta montaña no percibe un salario, pero su compromiso no se ha detenido para seguir capacitándose y ejercitándose ya que en cada operación de salvamento, carga un equipo de por lo menos 20 kilos, a lo que se suma, la camilla y el peso de la persona rescatada.
Yo le diría a la gente que ese amor hacia nuestro prójimo, esa parte del altruismo, el servicio hacia los demás día a día lo tenemos que ver no solo por nuestra familia sino también por nuestro hermano que está a lado.
Por eso, definitivamente la Cruz Roja necesita la ayuda de la población, necesitamos su aportación. Para poder seguir haciendo este trabajo que finalmente nos encanta, nuestro tiempo es voluntario, no cobramos ni un peso y es solamente por el amor al prójimo”, enfatizó.